¿Te apetece un buen goulash, un lángos crujiente o un postre con semillas de amapola que te transporte directamente a Budapest? Si la respuesta es sí, estás en el lugar adecuado. En este artículo te presento los 7 mejores restaurantes de comida húngara en España, seleccionados con mimo y basándome en experiencias reales, valoraciones de comensales y ese toque auténtico que solo se encuentra cuando se cocina con el alma.
Soy de los que piensan que la gastronomía es una forma de viajar sin moverse de la mesa. Y cuando hablamos de Hungría, hablamos de una cocina con carácter, con historia, con especias que te abrazan y platos que te reconcilian con la vida. Así que prepárate, porque en cuanto acabes de leer esto… vas a querer reservar mesa.
Por qué buscar comida húngara en España (y no quedarte solo con la paella)
España tiene una de las gastronomías más admiradas del mundo, lo sabemos. Pero, ¿qué pasa cuando ya lo has probado casi todo? Cuando el cuerpo te pide algo diferente, algo que te saque de la rutina sin perder el buen comer. Ahí es donde entra la comida húngara: un tesoro aún por descubrir para muchos paladares curiosos.
Lo fascinante de la cocina húngara es su capacidad para combinar ingredientes humildes con técnicas potentes. El resultado: platos sabrosos, contundentes y reconfortantes. Ideal para los meses fríos, pero también irresistibles en cualquier época del año si lo que quieres es sorprender a tu paladar.
Además, encontrar restaurantes húngaros de calidad en España es más fácil de lo que parece, aunque están algo escondidos. Por eso he hecho el trabajo de buscarlos por ti. Desde locales familiares que llevan años cocinando recetas tradicionales, hasta propuestas más modernas con un twist gourmet, estos 7 lugares destacan por su autenticidad y sabor.
Antes de entrar en la lista, quiero dejar claro el criterio de selección: he tenido en cuenta la calidad del producto, la fidelidad a la cocina húngara original, el ambiente del restaurante, la atención al cliente y, por supuesto, las opiniones de otros comensales (porque todos tenemos ese amigo que dice “yo sé dónde se come bien”, pero aquí preferimos datos y reseñas verificadas).
Y sí, he probado varios de estos sitios personalmente. Como te dije, la gastronomía es mi brújula.
¿Sabías que el goulash no es solo un estofado sino también un símbolo nacional húngaro? En su versión auténtica lleva carne, cebolla, pimentón húngaro (sí, existe), y a veces incluso pasta casera tipo csipetke. Y te aseguro que, bien hecho, te puede cambiar el día.
Así que si quieres dar un paseo por Budapest sin salir de España, sigue leyendo. Esta guía no es solo una lista de restaurantes: es una invitación a saborear una cultura.
En Canarias tenemos a Peter’s Hungarian Kitchen
Si estás en las Islas Canarias y pensabas que ibas a tener que renunciar a los sabores centroeuropeos… nada más lejos de la realidad. Peter’s Hungarian Kitchen, ubicado en Puerto del Carmen (Lanzarote), es el lugar perfecto para redescubrir la comida húngara en un entorno tropical.
Este restaurante ha sido aplaudido tanto por turistas como por residentes por su cocina honesta, generosa y 100% húngara. Desde el goulash más clásico hasta innovaciones como los langos con toppings locales, Peter —el chef y propietario— ha sabido adaptar la tradición sin perder ni una pizca de esencia.
Además, su carta incluye opciones vegetarianas y platos caseros que van cambiando según la temporada. La atención es cercana y siempre acompañada de una sonrisa, lo que hace que muchos repitan visita.
Si viajas a Lanzarote y te apetece un trocito de Budapest junto al mar, esta es una parada obligatoria. Y no olvides probar su strudel casero con helado: es un final feliz garantizado.
Budapest en Madrid: El Paprika
Uno de los secretos mejor guardados de la capital española es El Paprika, un pequeño restaurante húngaro ubicado cerca del barrio de Chamberí. Desde fuera puede pasar desapercibido, pero en cuanto cruzas la puerta, te recibe el aroma embriagador de especias, guisos y panes recién horneados. La carta es una declaración de amor a Hungría: goulash tradicional servido en cazuela de barro, lángos con ajo y crema agria, y el clásico pörkölt, un guiso de carne con pimientos que se deshace en la boca.
Lo que más me sorprendió es el trato familiar. Los dueños —una pareja húngara afincada en Madrid desde hace más de 15 años— se toman el tiempo para explicar cada plato, su origen y cómo lo cocinan. Eso sí que es experiencia y autenticidad.
Una recomendación: deja hueco para el postre. El rétes (strudel húngaro) es casero y está a otro nivel. Además, cuentan con vinos típicos de la región de Tokaj, perfectos para acompañar la velada.
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La joya catalana: Gulyás en Barcelona
En pleno corazón del Eixample, donde abundan los restaurantes modernos, se encuentra Gulyás, un establecimiento con alma centroeuropea que rinde homenaje a los sabores húngaros más puros. Aquí el nombre ya lo dice todo: su especialidad es el goulash, y lo bordan.
Pero hay más: puedes probar el hortobágyi palacsinta (una especie de crêpe rellena de carne picada y bañada en salsa de paprika) o el túrós csusza, un plato de pasta con requesón, panceta y nata que parece una mezcla entre una carbonara y un plato del cielo.
El ambiente es acogedor, con paredes adornadas con motivos folclóricos y música tradicional sonando de fondo. Ideal tanto para una cena tranquila como para una cita especial. Además, tienen opciones vegetarianas, algo poco común en la cocina húngara, pero que aquí resuelven con bastante ingenio.
Y atención: su sopa de albaricoque con nata es una experiencia sensorial que merece capítulo aparte. Dulce, suave, refrescante. La sirven fría, y en verano es una delicia inesperada.
Una parada en Valencia: Tokaj Gastrobar
Cuando hablamos de innovación con raíces, hablamos de Tokaj Gastrobar. Situado en el moderno barrio de Ruzafa, este restaurante húngaro fusiona lo tradicional con una presentación contemporánea que enamora a simple vista. Aquí, cada plato es como una obra de arte: desde el colorido lecsó (una especie de pisto con salchicha húngara) hasta el kürtőskalács (el icónico pastel chimenea) que sirven recién horneado y cubierto de nueces caramelizadas.
El ambiente es moderno pero cálido. Es de esos sitios donde puedes pedir una copa de vino Tokaji Szamorodni mientras esperas tu plato, sin prisas, disfrutando de una conversación tranquila. La carta cambia ligeramente según la temporada, algo que siempre se agradece.
Lo mejor: los camareros te explican cada ingrediente con una sonrisa. Y si eres fan del queso, no te pierdas el túrós csusza con versión ahumada. Un plato sencillo en apariencia pero absolutamente adictivo.
Aquí también puedes encontrar un pequeño rincón de productos húngaros importados: embutidos, dulces y hasta pálinka (licor típico húngaro). Ideal si quieres llevarte un recuerdo gourmet a casa.
Cocina húngara en Sevilla: Paprikás y flamenco
No todo va a ser gazpacho y salmorejo en el sur. En Paprikás, un restaurante situado cerca del barrio de Triana en Sevilla, la cocina húngara ha encontrado su espacio con carácter y sabor. Aquí no solo se come bien, sino que se vive una experiencia multicultural que mezcla el alma andaluza con la pasión centroeuropea. ¿Un tablao flamenco y un gulash humeante? No suena mal, ¿verdad?
Paprikás se ha ganado la fidelidad de locales y visitantes por su menú auténtico y su decoración cálida, llena de detalles que te transportan a una casa húngara de campo. La sopa de pescado del Danubio, picante y aromática, es un imprescindible, y si te atreves con los sabores más intensos, prueba el hígado de ganso con cebolla confitada, una rareza deliciosa.
Además, es uno de los pocos lugares donde puedes probar el rakott krumpli, un gratén de patata, salchicha, huevos y nata que suena contundente (y lo es), pero que reconforta como un abrazo.
La carta de vinos incluye opciones húngaras poco conocidas en España, como el Egri Bikavér (el famoso “sangre de toro” de Eger), que combina muy bien con los platos especiados. Y si te preguntas si puedes bailar después de comer tanto, la respuesta es sí. Hay noches con música en vivo y maridajes temáticos.
Bilbao también tiene paprika: Bistro Duna
No podía faltar el norte de España en este recorrido, y en Bistro Duna, en Bilbao, encontramos un espacio elegante, acogedor y con una propuesta que une la tradición húngara con el producto local vasco. Aquí la cocina húngara se adapta sutilmente al entorno, sin perder su esencia.
El menú diario incluye delicias como el pörkölt de ternera al estilo Szeged, el estofado de ciervo con crema de eneldo o el halászlé —la famosa sopa de pescado del sur de Hungría, aquí con bacalao del Cantábrico—. Su carta de invierno, que probé en mi última visita, fue toda una revelación.
Lo que más me gustó fue el equilibrio entre innovación y respeto por las raíces. El chef, formado en Budapest y con experiencia en restaurantes con estrella Michelin, sabe muy bien lo que hace. Y su pasión se nota en cada bocado.
Además, ofrecen talleres mensuales de cocina húngara, ideales si quieres aprender a preparar esos platos en casa. Puedes ver algunos de sus eventos pasados en este reportaje de El Correo.
Y no puedo olvidarme de la selección de cervezas húngaras artesanas: una sorpresa que completa la experiencia para los que quieren ir más allá del vino.
Zaragoza y su rincón mágico: Csárda Hungara
En el casco antiguo de Zaragoza, entre tapas y vermuts, hay un lugar que parece sacado de una novela de Sándor Márai: Csárda Hungara. Este restaurante, gestionado por una familia húngara-española, recrea la atmósfera de una auténtica «csárda», que es como se llaman las posadas tradicionales en Hungría.
Desde que entras, te das cuenta de que esto no es una simple propuesta gastronómica, sino una celebración cultural. La carta es extensa y fiel a las raíces: goulash servido en pan redondo, salchichas caseras, estofado de ciervo con setas de temporada… Y como guinda, los postres: el flódni (pastel de capas con nuez, manzana y amapola) es un escándalo.
Lo más bonito de este sitio es que no solo vas a comer, sino a aprender. Tienen pequeños folletos explicativos sobre cada plato, una mini biblioteca con libros de cocina húngara y hasta algún objeto decorativo traído directamente de Budapest. Todo pensado para que entiendas lo que estás saboreando.
El servicio es cercano, atento, y siempre dispuesto a recomendar según tus gustos. Si no sabes qué pedir, déjate llevar: lo que elijan por ti será una buena decisión.
Un viaje gastronómico sin salir de España
La comida húngara es una de esas joyas culinarias que, cuando se descubren, se quedan contigo para siempre. Rica en sabor, historia y emociones, representa mucho más que platos contundentes y especias intensas: es una invitación a explorar una cultura llena de matices.
Desde Madrid hasta Lanzarote, pasando por Barcelona, Sevilla o Bilbao, estos restaurantes demuestran que la cocina centroeuropea puede tener su lugar en cualquier rincón de España… siempre que haya pasión, respeto por la tradición y una buena dosis de paprika.